Es tanta la desesperación, la angustia, la decepción y la rabia... que parece que en el fondo nunca voy a encontrar la calma.

No. Una vez más me traicionan mis sentimientos, volviéndome vulnerable a cualquier síntoma, al más mínimo atisbo de dolor. No lo necesito, no necesito en mi vida al miedo, a las dudas de si lo estaré haciendo bien o mal, o peor: de si lo estará haciendo él.
No me merezco ésto después de tanta lucha, después de haberme tragado una vez sí y otra también todo mi orgullo, después de seguir llorando sobre mojado...
No hay comentarios:
Publicar un comentario